Puedes elegir aferrarte a tus estructuras, a tus prejuicios, a tus barreras. Puedes elegir la trinchera o puedes salir al campo de batalla. Puedes decidir estorbar a Dios o puedes decidir estar de su lado... Él cumplirá su propósito.
Ninguna cosa que Pedro hubiera hecho (o dejado de hacer) podía impedir que Dios cumpliera su propósito de llegar a nosotros los gentiles, antes que Pedro hubiera concluyera su mensaje, el Espíritu Santo ya había inundado a Cornelio y sus acompañantes.
Ninguna cosa que la iglesia en Jerusalen hubiera hecho (o dejado de hacer) impediría que el mensaje de Dios se expandiera: “Estos que han trastornado el mundo entero han venido también acá” -Se escuchaba poco tiempo después (y se sigue escuchando).
Ninguna cosa que tu o yo podamos hacer (o dejar de hacer) impedirá que la tierra sea llena de la gloria de Dios. La única diferencia es que puedes elegir participar en el plan de Dios o atrincherarte.
"Yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra" ¿Quién recibió esta palabra? ¿Un profeta? ¿Un evangelista? ¿Un pastor? No, fué Faraón quien recibió este mensaje de parte de Dios... Faraón quién decidió negar la salida del pueblo de Dios de tierra de Egipto; Faraón cuyo corazón fue edurecido (¿O él lo endureció?); Faraón quién decidió estorbar a Dios.
Cuando Dios se ha propuesto algo, nada impedirá que suceda... Así que ¿Quién soy yo para estorbar a Dios?
viernes, 7 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario