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lunes, 19 de abril de 2010

«En ti he esperado todo el día »


(Salmos_25:5)

¿Quién de nosotros puede decir esto? ¿Quién vive esta vida de comunión con Dios, que es nuestra ocupación principal y la mayor parte de nuestra bienaventuranza? ¡Cuan cortos nos quedamos del espíritu del santo David, aunque tenemos mucha más ayuda en nuestro conocimiento de Dios del que tenían los santos de entonces, a causa de la presente meditación de Cristo! Con todo, los cristianos débiles que son sinceros no tienen por qué desanimarse, sino que recuerden que el mismo David no siempre estaba en la misma disposición para poder decir esto; tenía sus flaquezas. Era, a pesar de ellas, un hombre conforme al corazón de Dios. Nosotros tenemos nuestras flaquezas, aunque si son lamentadas sinceramente, si nos esforzamos contra ellas y si nos inclinamos de modo habitual hacia a Dios y el cielo, seremos aceptados por medio de Cristo, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia.

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